domingo, 17 de noviembre de 2013
HUAYRA, EL VIENTO DE CAMBIO DEL SOFTWARE LIBRE
POR DECÍ MU
Cuando usamos una computadora… ¿decidimos nosotros qué
queremos hacer o somos prisioneros de lo que el software quiere que hagamos?
Huayra (una voz quechua que significa “viento”) es un sistema operativo libre,
público y gratuito, desarrollado en nuestro país por un equipo
multidisciplinario que incluye programadores, artistas, sociólogos y
diseñadores. Y lo más interesante: está siendo instalado en las millones de
netbooks que se reparten a los chicos en las escuelas para que ellos tengan
esas herramientas en sus propias manos y aprendan a crecer sin que Microsoft
les cope la parada.
EX BOTNIA, ENTRE LA CONTAMINACIÓN Y LA DEPENDENCIA
POR TRAMAS
Entrevista de Oscar Bosetti a SUSANA BOEYKENS (Licenciada en Química) y JUAN MORETTON (Doctor en Bioquímica y Farmacia).
“La sentencia de la Corte Internacional
de Justicia de La Haya
estableció en abril de 2010 una serie de medidas para blindar con rigor
científico cualquier dato falso o manipulado por parte de la empresa o de
funcionarios de ambas naciones. Así, hay
un Comité Científico encargado de monitorear todos estos asuntos, tiene sus
propios laboratorios, convoca a concursos transparentes para ocupar cargos de
responsabilidad, organiza cursos y seminarios con intendentes y asociaciones
civiles de ambas orillas, entre otras tantas actividades. La cooperación
binacional para encauzar un conflicto que durará años es el contexto en el cual
se desarrolla este diferendo. Lo que no debe perderse de vista es que UPM (ex
Botnia) es una transnacional y opera entre dos naciones con alta vulnerabilidad
externa. Uruguay prácticamente no tiene industrias y Argentina sufrió la
destrucción sistemática de su desarrollo industrial autónomo. Al punto tal que,
según la Encuesta
Nacional de Grandes Empresas del INDEC, las 500 empresas más
grandes del país representan el 24% del PBI, lo que habla de un alto nivel de
concentración de la economía. De esas 500, 335 son extranjeras. Hoy ambos
países están viviendo un crecimiento que no solo se debe a las políticas
sociales y de consumo que sus gobiernos impulsan sino que son parte del modelo
de agro-negocios concebido por las multinacionales, que van desde las
productoras de semillas genéticamente modificadas hasta la comercialización por
parte de las multinacionales del sector. En ese proceso, la destrucción del
medio ambiente y la contaminación no son un dato menor: la tala sistemática de
bosques y la utilización de plaguicidas tóxicos no están sometidas a un control
severo como debería ser. Es más, la creciente asimilación del glifosato por parte
de los cultivos de maíz y soja hace que las plagas sean más resistentes y eso
lleva a que cada año se utilice más cantidad de productos tóxicos que degradan
los suelos, destruyen la biodiversidad y crean diversos trastornos para la
salud humana.”
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